Me citaron a media tarde en la calle Paez de Rivera. Os cuento mi examen:
(El que sólo quiera ver el recorrido que vaya directamente al final).

Llegué un buen rato antes para familiarizarme con el procedimiento que empleaban para llamar a la gente y demás. Hacía bastante calor, así que pedí un refresquito en el bar y me senté en la puerta para observar cómo iba aquello. En principio me dio la impresión de que estaba todo bastante desorganizado. Había un montón de aspirantes arremolinados en la acera esperando a que los examinadores leyeran sus nombres. Cada examinador tiene previamente asignadas a las personas a las que va a examinar, así que llega a la zona, dice su nombre y al coche, si es que aparece entre tanto jaleo.

Una cosa que me sorprendió, y no puedo decir que gratamente, fue la presencia entre los aspirantes de una especie de “mediador”, persona de estatura media-alta, sonrisa amplia, con dominio del medio, barriga cervecera, a la que los chorros de sudor le caían por la cara abajo y que sostenía un vaso largo con seven-up según dijo a alguien en voz alta, aunque quizás estuviese aliñado con unas gotitas de algún destilado más pecaminoso. Su labor consistía en intentar invitar a café a algunos examinadores (yo no vi que aceptaran), a los que conocía por sus nombres, “saludarlos” cuando alguno de sus pupilos se iba a subir al coche y abordarlos a la vuelta para hablar con ellos. Probablemente sería alguien de una academia o autoescuela que iba acompañando a sus alumnos y de camino intentaba “mediar” es decir, abogar por ellos ante el examinador correspondiente. Resultaba curioso verlo correr dando saltitos, mientras su prominente panza se desplazaba arriba y abajo, dirigiéndose al examinador de turno para intentar influir en él en favor del aspirante en cuestión. Todos sabemos que a veces del aprobado al suspenso sólo existe una delgada línea, una mera cuestión de matiz, por lo que la balanza se puede inclinar hacia un lado u otro según las circunstancias: el calor que haga, la simpatía del aspirante, el color del vestido o camisa que la chica/o lleva puesto... o por la mediación previa o posterior de alguien conocido. No sé si algún funcionario examinador se dejaría convencer por este sujeto y aprobara a alguien a quien sin mediar la recomendación hubiere suspendido, en tal caso podría haber incurrido en el delito de prevaricación (art. 404 del Código Penal) o en el de cohecho si hubo dádiva o presente a cambio (art. 419 C.P.). Por otro lado, la conducta del que he llamado “mediador” podría coincidir con la tipificada en el artículo 429 C.P. como tráfico de influencias, castigada con la pena de prisión de seis meses a un año y multa. Quizás la Jefatura Provincial de Tráfico de Sevilla tendría que organizar este examen práctico de otra manera para evitar que se den estas situaciones, al menos de manera tan explícita o descarada.

En mi caso concreto, la persona que me examinó se portó correctamente, me informó de cómo iba a ser el examen, e intentó que estuviese tranquilo.

El recorrido fue el siguiente: salida desde la calle Paez de Rivera hacia la Palmera, giro a la derecha antes de llegar a Reina Mercedes, giro a la derecha para coger la avenida de la Raza hacia el norte; donde está el cartel que preseñaliza el cambio de dirección para ir hacia los Remedios, me hizo girar a la derecha y llegamos a la Avda. de la Borbolla, allí giramos hacia la derecha, es decir, hacia el hospital Virgen del Rocío; antes de llegar al hospital giramos a la izquierda en una intersección regulada por semáforo (flecha amarilla) por una calle en obras; más adelante giramos hacia la derecha (sur) por el lado este de la vía del tren; Llegamos a una glorieta regulada por semáforo y me hizo girar a la derecha hacia el hospital Virgen del Rocío (coches por todos lados y peatones deambulando por medio de la calle); seguimos de frente, cruzamos la Palmera y llegamos hasta Reina Mercedes donde giramos a la derecha hasta Paez de Rivera y fin del trayecto.

Cuando terminamos me dijo que no me podía decir nada porque que sus listas iban a Madrid y allí decidían quien aprobaba y quien no (¿?). Yo vi que escribía bastante, y me imagino que no serían elogios de mi manera de conducir, así que es probable que mi futuro, al menos el inmediato, no se encuentre en este mundillo del tráfico.

Gracias a todos los que han vertido sus experiencias en este foro ya que su ayuda me ha sido muy valiosa, y disculpad por el rollazo que os he contado, pero así sucedió.

Ánimo a todos y un saludo.