Manual B de la DGT
Tema 3. Seguridad vial
Conducir con sueño es uno de los mayores peligros al volante. Se ha calculado que este factor de riesgo está implicado, directa o indirectamente, entre el 15 y el 30% de los accidentes de tráfico. Además, los siniestros causados por el sueño suelen resultar especialmente graves.
Esta cifra puede parecer demasiado elevada ante la idea de que para tener un accidente debido al sueño es necesario quedarse totalmente dormido al volante. Pero esto no es cierto, los riesgos de la somnolencia durante la conducción aparecen mucho antes de que el conductor llegue a quedarse dormido. Por otra parte, los accidentes debidos al sueño no sólo suceden por la noche, existen muchas circunstancias que pueden provocarnos sueño durante las horas del día.
Efectos que produce el sueño |
Disminución de la capacidad de reacción (aumenta el tiempo de reacción) Visión borrosa, fatiga ocular Aumento de la distracción Mayor sensibilidad al deslumbramiento |
Aumento del tiempo que tardamos en reaccionar ante los eventos del tráfico. Bajo los efectos de la somnolencia son típicos, por ejemplo, los alcances traseros. El vehículo que nos precede frena y el sueño nos impide reaccionar a tiempo para evitar la colisión.
Aumento de las distracciones durante la conducción. La somnolencia hace que resulte más difícil mantener la concentración en el tráfico. Es por ello que las distracciones suelen aparecer con mayor facilidad, especialmente si el entorno de la vía es monótono y nos encontramos en condiciones de poco tráfico.
Toma de decisiones más lenta y con más errores. Tardaremos más tiempo en tomar cualquier decisión, por ejemplo si podemos adelantar con seguridad o no, por lo que es fácil verse envuelto en situaciones de peligro. También se cometen muchos más errores al volante, especialmente en situaciones complicadas en las que es necesario dar una respuesta rápida, como por ejemplo en una incorporación a una autovía.
Movimientos más lentos, menos precisos y automatizados. Bajo los efectos del sueño los músculos se relajan, por lo que nuestros movimientos serán más lentos y menos precisos. También es frecuente observar una tendencia a ejecutar los movimientos de forma automática, sin pensar suficientemente. Esto puede llevarnos a realizar una maniobra centrándonos más en el hábito que en las necesidades de la situación y, por ejemplo, podemos llegar a rebasar un semáforo, sin confirmar previamente si la luz ya había cambiado a verde.
Aparición de microsueños. Los microsueños son periodos de apenas unos segundos durante los cuales el conductor queda ligeramente dormido y permanece ajeno a lo que ocurre en el tráfico. El mayor problema de estos microsueños es que el conductor no suele ser consciente de haberse quedado dormido, en ocasiones ni siquiera al volver a despertar, por lo que suelen pasar completamente inadvertidos y se relacionan con numerosos accidentes de tráfico.
Percepción deficiente del entorno. Bajo los efectos del sueño nuestra capacidad para percibir el entorno se altera. Por ejemplo, la visión se puede volver borrosa, resultando más difícil enfocar la vista provocando que aparezca la fatiga ocular.
Conducción hostil y peligrosa. El sueño puede hacernos sentir inquietos al volante o que nuestro comportamiento con los demás usuarios de la vía sea más hostil. También es posible que aceptemos un mayor nivel de riesgo y que circulemos a mayor velocidad, especialmente cuando nos encontremos cerca del lugar de destino y con muchas ganas de llegar.
Algunos de sus síntomas más frecuentes, similares al resfriado, pueden producir errores en el cálculo de las distancias y una menor capacidad para mantener la concentración, especialmente durante una crisis de estornudos.
Además, los antihistamínicos utilizados para aliviar sus síntomas pueden provocar una gran somnolencia (los modernos, llamados de tercera generación, son más seguros). No debemos de mezclar con otros medicamentos o con alcohol.
Consejos para conductores alérgicos:
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